lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo 6


-¿Seguro quieres saberlo? –Me pregunto mientras se apoyaba en la pared y cruzaba
los brazos por delante de su pecho. Me dirigió una sonrisa perezosa.
-¿Te lo estoy preguntando no? Eso significa que si quiero saberlo. –Su sonrisa
aumentó al escuchar mi seca réplica.
-Muy bien –Hizo una reverencia y me miró desde abajo. Ese hoyuelo debería estar
prohibido. –Pero hagámoslo más interesante.

Nada más decir eso el suelo comenzó a temblar. Me agarré a sus hombros para no
caer y le miré asustada. Él me sonrió de nuevo y en ese momento desapareció. Todo. De
repente ya no estaba en la casa de Paula, sino delante de la puerta de una casa en la que salía
una música ensordecedora. ¿Dónde estaba? Miré a mi alrededor sorprendida, esa puerta me
sonaba de algo… ¡Era la casa de Amanda!¡Y era el día de la fiesta! ¿Qué había hecho Trevor?
¿Me había enviado al pasado?

Perdida en mis pensamientos no me di cuenta de que unas personas se acercaban
riéndose hacia la puerta. Bueno, no me di cuenta hasta que la mano del chico me atravesó
claro.

-¡Eh!¡¿Qué se supone que haces?! –Exclamé sorprendida mientras saltaba hacia otro
lado. El chico ni se inmutó. Entró con la chica que llevaba colgando del brazo y me cerró la
puerta en las narices. –Se puede saber que diablos… -Mi voz fue perdiendo fuerza a medida
que comprendía lo que había pasado. ¿Una mano me había atravesado?

Me llevé las manos a la cabeza mientras gemía. ¿Me había matado?¿Trevor me había
matado sólo porque le pedí que me dijese lo que pasó en la fiesta? Me parecía extraño que mi
propio ángel de la guarda me hubiese matado pero que otra explicación había…

-No. No te he matado. – Dijo con tono socarrón detrás de mí. Salté y me giré para
enfrentarle. No me esperaba verle así. Llevaba una camiseta blanca que resaltaba el tono
dorado de su piel y unos vaqueros que… bueno no hace falta que diga nada más ¿no? En
definitiva que se me caía la baba. -¿Qué?¿Te gusta lo qué ves? – Me susurró mientras me
sonreía arrogante. Desperté del sueño furiosa.

-Pero…¡Serás creído!¡Pues que sepas que no te miraba a ti! –Al ver que me miraba
incrédulo cambié de tema. -¿¡Se puede saber que has hecho con mi cuerpo?!¡Antes me ha
atravesado una persona!
-Si utilizases esa linda cabecita que tienes sobre los hombros para algo más que llevar
sombreros sabrías que hemos hecho un pequeño viajecito al pasado. No hace falta ser muy
lista para adivinarlo. –Añadió sólo por el placer de provocarme.

-¡Imbécil! –Le pegué un puñetazo. –Por si no lo sabes yo soy antes era una persona
normal, que trataba con cosas normales. ¡Pero desde esta mañana he descubierto que existen
los ángeles, que tengo uno como guardián para más inri y que se puede viajar en el tiempo!¡Se
puede saber cómo quieres que sepa estas cosas! – A medida que iba hablando mis ojos se
llenaban de lágrimas. Era un insensible. Acababa de descubrir su mundo y ya me exigía que lo
comprendiese.

Se me quedó mirando inseguro ante mi ataque de rabia. Al ver que las lágrimas se
derramaban de mis ojos, masculló una palabrota. Para mi sorpresa se acercó y me abrazó.
Esto sólo hizo que más lágrimas cayeran y que mis sollozos fueran más fuertes. Me acarició la
espalda y el pelo mientras le empapaba la camiseta.

-Lo siento. No quería hacerte sentir mal. – Me susurraba una y otra vez mientras
seguía con su suave masaje en mi espalda.

Me aparté ligeramente para observarle. Se le veía muy arrepentido y me miraba con
ternura. Con su mano retiró las lágrimas que rodaban por mis mejillas. Deslizó suavemente su
pulgar por mi labio inferior. Temblé ligeramente ante la caricia. Me miró con algo que no supe
identificar. De repente me di cuenta de que no sé como mis brazos se habían alzado desde su
pecho hasta enlazarse detrás de su cuello. Me alzó ligeramente la cabeza y cerré mis húmedos
ojos. Justo cuando parecía que sus labios iban a rozar los míos oí una risa. Mi risa.

Me giré bruscamente y sin querer le golpeé la barbilla con mi cabeza. Soltó un gemido
de dolor. De no haber estado tan confundida por el ‘’casi’’ beso y por la imagen que tenía
delante seguro que me hubiese partido de la risa. Pero en verdad no te puedes reír mucho
si estas viéndote a ti caminado del brazo de tu ex novio como si tal cosa y menos si en vez de
pasar por delante de ti te atraviesan. Al parecer eso fue cruzar el límite para mi cerebro, ya que
todo se volvió negro y me desmayé.

Lo último que pude escuchar antes de golpear el suelo con mi cabeza fue a Trevor
mascullar no se que sobre cabezas duras.